Actualmente hay un solo malestar en la civilización: el Discurso Capitalista.

Todas las civilizaciones o culturas fueron ya definitivamente alcanzadas por su movimiento circular, sin corte, sin imposibilidad.

El discurso capitalista modifica la economía libidinal clásica, aquélla organizada a partir del discurso del amo. Es un discurso que forcluye la castración, que hace saltar la barrera de la imposibilidad y que, por lo tanto, promueve el “imperativo de goce”. Un imperativo de consumo de los objetos que se producen en el mercado.

Este es el destino nocivo de la pulsión, lejos de la dialéctica del deseo y la castración: todos consumidores, o peor, todos apegados al discurso, a este discurso que no inscribe ningún límite a su reproducción.

Su potencia además, se arraiga en la Técnica y la modalidad de goce que ella organiza; en todas se muestran los efectos del “rechazo de la castración” que el Discurso Capitalista conlleva.

El Mercado ha mundializado el objeto técnico pero no ha derivado hacia una “civilización política mundial”. El fortalecimiento de las identidades religiosas, culturales, nacionales, aunque ya sea siempre bajo una forma paródica, no efectúa ningún corte en el Uno del capitalista sino que lo reafirma.

El fenómeno de lo nacional, de lo religioso, del choque de civilizaciones que ciertamente se presenta, encubre en sus formas que la subjetividad se capta a sí misma como absoluta, y que la misma quiere mandar sobre la verdad, destruyéndola y expulsando así la imposibilidad. No hay forma de introducir un desacuerdo en el Discurso Capitalista porque su esencia no es económica ni técnica, sino de plusvalía de goce. Las guerras que vienen no objetan al Capitalismo sino que discuten su modo de habitarlo. La perversión es lo que nos promete el acceso al plus-de-goce, con la condición de renunciar a nuestra subjetividad. Con esta perversión vamos al fondo de la noche de nuestro fantasma. ¿Será el triunfo de la pulsión de muerte?

 

Desplegar la cuestión del discurso del mercado y su potencia en la cultura.

Identificar su capacidad de parasitar los demás discursos.

Advertir sus relaciones con la ciencia, con el progreso, con el goce.

Desentrañar sus efectos en las lógicas de la ciudad; en el campo de la salud y en el campo de la Salud Mental.

 

1) La potencia de un discurso que trama sus propios soportes. Sus lógicas, sus servidores.

2) Consumo y sujeto de la necesidad. El “engaño”, los estragos.

3) Los objetos maravillosos. El pharmacon. Los gadgets.

4) Relación teletecnociencia, mercado, psicopatología. Articulación ciencia y mercado. Economía de mercado/Economía psíquica. El DSM, la industria farmacéutica, y la patologización de la existencia.

5) Los cambios en la nosografía. El reordenamiento de la Psicopatología Clásica: neurosis, psicosis y perversión. La querella de los diagnósticos, el diagnóstico como abuso, el desnivel entre el diagnóstico como un juicio ético o como un juicio de saber. 

6) El cambio moral, y el derecho al goce. Lo privado y lo público: un mundo voyeurista. La insatisfacción transformada en dolo. Histeria y psicosis colectivas. La deconstrucción del psicoanálisis.

7) La ética y los derechos humanos como una versión discurso del marketing.

8) Plusvalor. Plus de goce. Un discurso sin dialéctica.

9) Promoción del sujeto de la necesidad en detrimento del sujeto del deseo. ¿Una nueva economía psíquica?